Los tacones son el arma mortal de cualquier mujer para aumentar su atractivo hacia el sexo opuesto. No cualquiera es capaz de usarlos, pues se necesita de gran estilo para hacerlos lucir al máximo. Sin embargo, las mujeres sufren de 4 veces más problemas en los pies que los hombres, a causa de los tacones. Problemas como el Hallux valgus, Sesamoiditis o el Dedo en martillo son el gran precio que algunas tienen que pagar por querer resaltar su vanidad.
Enfermedad Hallux valgus (Imagen tomada de la página Medical Digital Deus)
La Academia Americana de Cirugía Ortopédica ya sabe el porqué del número
tan elevado de mujeres que sufren de los pies: un estudio llevado a cabo por
esta institución revela que ocho de cada 10 mujeres estadounidenses se quejan
de que sus zapatos les causan molestias.
En la actualidad el récord guinnes de altura
de tacón es de 42cm pero una empresa española"Extreme high heles", y el diseñador
de tacones altos Pablo Beneit realizan zapatos con tacones hasta de un metro de
altura.
El doctor Jorge Yanes Rodríguez, especialista en Ortopedia y Traumatología, integrante del Grupo de Atención Vital al Trauma y Jefe del Servicio de Cirugía Experimental del centenario Hospital Calixto García, en Ciudad de La Habana, comenta que las mujeres que usan tacones muy altos son personas consideradas “de riesgo” para sufrir múltiples esguinces, así como también son portadoras de alteraciones de la articulación.
(Imagen tomada de la página Medical Digital Deus)
VIDEO REPORTAJE LAS CATRINAS SE AGUANTAN http://www.youtube.com/watch?v=Oi4SClhuYSA&feature=youtu.be
ENAMORADA DE LA ALTURA
Mide 1.65
metros, tiene 48 años y todos los días por diez horas usa tacones de 6 centímetros de alto. Es ama de casa, tiene dos hijas y su vocación es ir a trabajar como asistente
personal del Embajador de Perú de lunes
a viernes. En su trabajo, según lo que
ella ha vivido, la imagen es importante
para causar buena impresión, pero no como requisito indispensable, para que las
tareas tomen su curso normal. Para esta
mujer, el estar arreglada y presentable
es símbolo de elegancia y buena educación ante los ojos de los demás, es por
eso que unos labios rojos, un buen peinado y unos tacones muy altos, son los puntos
clave para iniciar su rutina laboral.
Sin
embargo, a lo largo de su vida ha descubierto que no sólo en la oficina la
elegancia tiene que acompañarla como
elemento de seguridad, sino que en su cotidianeidad y sin ocasión especial para
ella, es una forma de sentir comodidad.
Y para lograr la imagen perfecta que siempre quiere proyectar, los tacones son su herramienta y pasión
principal, a tal grado que guarda, en todo el espacio que queda debajo de su
cama matrimonial, veinticinco pares de sus preciados tacones.
“Desde los
dieciséis años uso tacones todos los días”, responde con orgullo y
galantería. El gusto por el tacón
comenzó gracias al primer novio que tuvo; todas las tardes a la hora que
llegaba a visitarla, para resaltar más su belleza femenina, ella cambiaba sus
zapatos por tacones no muy altos, que le permitían caminar lo suficiente, en
una tarde de paseo por el jardín de su querida Ciudad Guzmán, de la mano del galán. La costumbre y el gusto se incrementó al
cumplir los veintitrés años de edad, pues fue el momento en que empezó a
trabajar, exigiéndose por ochos horas, matutinas, el uso de tacón, agregándole
las horas de gusto por la tarde. “Yo los
uso y los usaba según la moda, picudos, altos, botín o lo que fuera”.
Después de
veinte años de uso cotidiano, voluntario, empezaron a surgir cambios
inesperados provocados por el capricho
de no ceder ante la imagen sencilla de su ser mujer. “Empecé a tener
problemas en mis dedos, entonces fui a ver a un podólogo que me dijo que el pie
era para ponerlo en una superficie plana, de lo contrario, tendría que ser un
venado para poderme parar con pesuña”, reía mientras contaba y continuaba con
su explicación. “Después de decirme eso, el doctor tomó mi tacón y me acomodó la
suela del zapato en mi planta del pie y me demostró cómo mis dedos tenían que
apretarse para poder entrar en esa horma”. Sin parar, con cara de preocupación,
platicaba lo acostumbrada que estaba a que sus dedos se entumieran tanto, por
lo reducido del zapato como para que ya no sintiera dolor alguno.
“Pues si así
los hacen, a mi no me duelen, pues así me los pongo”, insiste ella con sus ojos
pequeños a causa de la risa que le da, de pensar en aquella ironía. Pero a
pesar de eso, cuando va a comprar un zapato, siempre busca que esté a su
medida, cómodo y que la piel, con la que esté hecho el zapato, sea suave. Además,
a partir del surgimiento de ampollas con tonos rojizos y callosidades en los
pies, optó por evitar comprar tacones
que la punta fuera picuda. “Lo que me
molesta es que los diseñadores nos hacen gastar mucho, cada seis meses cambian
de estilo y como a mí me gusta estar a la moda, tengo que comprar los que la
tendencia vaya dictando”.
A ella le
gusta cualquier tacón pero cuando quiere estar cómoda prefiere usar las
plataformas corridas porque le dan más estabilidad al caminar y al bajar las
escaleras de su oficina. Nunca ha
sufrido alguna torcedura o esguince al
usarlos, pero una vez se cayó tan fuerte que ahora tiene la necesidad de poner
más cuidado al caminar. “Se me hizo una raya negra que después se convirtió en
verde a lo largo del todo el pie; se me hinchó como si me hubiera fracturado, pero
lo bueno es que se me quitó”, afirma tranquilamente mientras se come una paleta
de nieve sabor limón.
La
comodidad, para ella, es sinónimo de usar tacón. El zapato de piso ya no lo
puede usar, pues tal es su costumbre y postura modificada, que otra caída
fuerte que sufrió fue a causa de unos zapatos rojos que usó mientras iba a la
tienda a comprar comida. “Ya no estoy
acostumbrada a usarlos, con el tacón levanto mucho el pie; con los de piso no,
por lo que me tropiezo con cualquier cosa”.
Los
problemas han ido aumentando, ahora no son sólo los pies y rodillas los que
guardan cicatrices en su piel; la cadera es otra parte de su cuerpo que ha sido
dañada por el uso cotidiano del
tacón. “Hace seis años me empezó a doler
la cadera. Últimamente ha incrementado
el dolor, y sí fui a revisarme, pero me dieron des inflamatorios y me dijeron
que el problema estaba en el nervio ciático. Lo que ya no me gustó fue que me
dijeran que si seguía yendo, y el dolor aumentaba aún con todos esos
tratamientos, tenía que hacerme una resonancia magnética”, disgustada
continuaba diciendo que el precio del tratamiento había sido el motivo por el
que no había regresado a checarse.
Ella
continuo con los medicamento regulares que tenía que ingerir para clamar el
dolor, además inició con clases de natación por recomendación de unas amigas
suyas, como terapia de relajamiento, por sus problemas de salud y estrés de la
oficina. Hasta que un día el dolor fue
tan grande, que no tuvo remedio y fue a hacerse la resonancia, teniendo como
resultado dos hernias de disco en las lumbares. “Me dijeron que no eran
candidatas a cirugía, pero que de ahora en adelante tenía que dejar de usar los
tacones, por lo menos en las tardes para que no me fueran a operar”, mientras
lo decía meneaba la cabeza y se sonría con ternura.
“No quiero
que me operen, por eso voy a nadar”, afirma con seguridad, pues los doctores le
han dicho que para cuidar su problema tiene que dejar de usar los tacones,
bajar de peso y hacer ejercicio. “He hecho todo eso, menos quitarme los
tacones. Ya no los uso por las tardes, la verdad, y hago unos ejercicios que
ellos me recomendaron hacer, pero todas las mañanas me los sigo poniendo”.
Aunque no
quiera, el uso de tacones se ha vuelto indispensable para ella, en primer
lugar, los comentarios de su esposo motivan a su vanidad para que los siga
usando, “él dice que me veo hermosa”. Y
en segundo lugar, con ellos puestos
asegura que siempre se verá guapa, su físico resaltará, su postura será más
derecha al caminar y la ropa se le verá más bonita. En realidad, para muchas mujeres, los tacones
deberían de ser la octava maravilla del mundo, pues todo el arte y magia que se
crea con ellos depende del gran sacrificio de usarlos. Para esta mujer no es
sacrificio, al contrario, es un gusto único en la vida.
Galería de fotografías de mujeres que han sufrido alguna deformación o daño a causa del uso del tacón. |